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La atención a personas es una de las ocupaciones más enriquecedoras y vocacionales que existen, pero también es una profesión exigente.

“El rol principal de la persona cuidadora es el de apoyar en las actividades de la vida diaria, tratando de preservar tanto como sea posible la autonomía de la persona. El objetivo es que pueda continuar residiendo en su domicilio”.

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Lo explica la técnica del departamento de Recursos Humanos de Accent Social, Cristina Segarra.

Para conseguirlo, según Segarra, en los procesos de selección de profesionales de los Servicios de Atención Domiciliaria (SAD) que gestionamos desde Accent Social, valoramos muy positivamente que las personas candidatas cuenten con ciertas aptitudes profesionales.

Son estas las que, no solo marcan la diferencia en el mercado laboral, sino que también contribuyen a ofrecer una atención personalizada adaptada a las necesidades individuales de cada persona, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida del usuario o usuaria.


COMPETENCIAS PROFESIONALES PARA LA ATENCIÓN A LAS PERSONAS

 

  1. Empatía. Hace referencia a la capacidad del profesional de ponerse en el lugar de la persona usuaria a la hora de atender sus necesidades. Se trata de una habilidad necesaria en los cuidadores y cuidadoras, puesto que, durante el acompañamiento diario, las personas usuarias pueden manifestar una diversidad de emociones en función de cómo se encuentren tanto física, como emocionalmente.

 

  1. Paciencia y comprensión. Contar con esta competencia es esencial para poder resolver los desacuerdos que pueda manifestar la persona usuaria, trasladándole serenidad y sensación de confort.

 

  1. Iniciativa y proactividad. Si bien esta es necesaria por prácticamente cualquier profesión, lo es especialmente en el Servicio de Atención Domiciliaria. El trabajador o trabajadora familiar tiene que tener la iniciativa de aportar ideas y propuestas que puedan tener un impacto positivo en el servicio y en el fomento de la autonomía de las personas usuarias. Además, en posibles situaciones de emergencia, el equipo de profesionales tiene que poder adoptar decisiones de forma ágil y contundente.

 

  1. Trabajo en equipo. En el sector de las curas, es importante que todos y todas las profesionales remen en una misma dirección para contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas usuarias. En este sentido, el equipo de profesionales tiene que mantener una buena coordinación entre sí para garantizar la máxima efectividad y eficiencia del servicio.

 

  1. Buena gestión del tiempo. Los Servicios de Atención Domiciliaria municipales cuentan con una gran cantidad de personas usuarias que requieren acompañamiento profesional. Para poder ofrecer un servicio de calidad y adaptado a cada persona, la organización de las tareas a llevar a cabo en el domicilio, en función de las necesidades de la persona usuaria, es fundamental.

 

  1. Autocuidado. A menudo, las personas que dedican parte de su tiempo a cuidar de sus familiares o bien las que se dedican a la atención a personas en situación de dependencia de forma profesional, pueden experimentar una sobrecarga emocional que deriva precisamente, de la propia empatía que se tiene hacia la persona quien se tiene cura. En este sentido, la inteligencia emocional y saber tener auto-cura de un mismo, juega un papel muy importante en este tipo de profesión.

 

  1. Capacidad de comunicación. La comunicación siempre es la base de cualquier tipo de relación. Por este motivo, que el equipo de profesionales establezca una buena comunicación tanto con las personas usuarias como con sus familias es muy importante para potenciar el buen funcionamiento del servicio y mejorarlo día a día.

 

  1. Resiliencia. Saber adaptarse a la diversidad de situaciones que pueden surgir en el día a día de los Servicios de Atención Domiciliaria y aprender de cada una de ellas, es una competencia muy valorada en los procesos de selección del ámbito de la atención a las personas.

 

  1. Asertividad. Es una habilidad fundamental que implica saber dar una indicación de manera adecuada, directa y amable. La asertividad implica saber poner límites cuando la situación lo requiere. Un ejemplo práctico, en el día a día, del Servicio de Atención Domiciliaria lo encontramos con los dulces y la diabetes. Nos lo comparte Cristina Segarra:

“Muchas veces, nos piden alimentos que, por historial médico, no pueden consumir. Si una persona tiene diabetes, no le podemos dar bollería a pesar de que insista. En estos casos, hay que ser muy asertivo y saber expresar correctamente porque se le está negando su petición”.

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  1. Compromiso y ética. Con las personas usuarias y con sus familias, así como con el propio entorno laboral. Desde Accent Social tenemos en cuenta que los valores personales del o la profesional estén alineados con los propios de la entidad que trabaja, diariamente, para fomentar el respeto y la dignidad de sus personas usuarias, así como para contribuir a la mejora de su calidad de vida.