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La Atención Centrada en la Persona (ACP) vela por el respeto a la dignidad de la persona, por la defensa de los derechos individuales y, especialmente, permite que las personas usuarias, que precisan de cuidados debido a su situación de dependencia funcional, puedan seguir viviendo de sus decisiones y deseos.


 

En coherencia con esta visión, la ACP se orienta hacia una buena praxis donde las personas profesionales de la atención directa, además de proteger a las personas y atender sus necesidades diversas, se convierten en «empoderadoras» de las personas usuarias.

Los profesionales se relacionan desde el conocimiento de las historias de vida y desde la escucha. Y lo hacen buscando oportunidades y apoyos para que cada persona usuaria pueda desarrollar sus capacidades, tener control sobre su vida cotidiana y, en consecuencia, sentirse mejor.

Los entornos hogareños y accesibles, las actividades significativas, las relaciones familiares y sociales, la proximidad a la comunidad y la flexibilidad organizativa se convierten en elementos imprescindibles para una buena praxis profesional, donde el entorno y la provisión de apoyos desempeñan un papel primordial.

Por lo tanto, debemos dar siempre un paso más allá en nuestros servicios y humanizar los procesos.

Si no es así, pueden derivar en situaciones de falta de interés y de posible maltrato.

 

Debemos dar, en los servicios de atención directa a las personas en situación de dependencia, un paso más allá y humanizar los procesos. Desde el conocimiento de las historias de vida y la escucha activa, podemos acompañarlas a que tengan el control sobre su vida diaria.

 


¿CÓMO LO HACEMOS DESDE ACCENT SOCIAL?

Nos centramos en la persona y sus necesidades. Nos relacionamos como iguales. De esta manera el trato, de forma inmediata, se convierte, por empatía, en lo que nos gustaría para nosotros mismos.

Crear relaciones de calidad y equidad es fundamental para respetar la dignidad y la autonomía de las personas.

No seamos autómatas, seamos humanos. ¿Sencillo, no?

Dar un buen trato es poner en práctica el concepto de calidad de vida, y hacer realidad los derechos de las personas, generando procesos y estructuras participativas adaptadas a sus características y deseos de la persona usuaria.

Así ocurre por ejemplo entre el Señor Leandro, persona usuaria del Equipamiento para Personas Mayores Josep Miracle (Sants, Barcelona), y Maria, trabajadora de Accent Social.

Ella nos comenta: “Yo aplico el buen trato en mi día a día adaptándome a sus deseos y necesidades, dándoles a elegir lo que quieren. Les hago participar en decidir acciones y actividades en función de sus necesidades. Los escucho y empatizo. Por ejemplo, al Sr. Leandro le gusta tomar su vermut de olivas y un refresco antes de comer. Para llevar a cabo su deseo, le acompaño una vez por semana a comprar lo que le gusta y cada día sobre la misma hora le pongo el vermut. Le anoto lo que tiene para que sepa lo que tiene disponible cada día. De esta manera, respeto sus preferencias, evito el aislamiento y la soledad, el trato con dignidad y respeto, facilito el uso y el control de sus preferencias, las escucho y las tengo en cuenta”.

Este es un ejemplo sencillo, pero significativo, de la atención centrada en la persona.

 


LOS 4 PRINCIPIOS PARA UN BUEN TRATO

Según Saleta López, psicóloga dentro del marco del buen trato que fomentamos en Accent Social, hay 4 principios de la bioética que nos preparan para la reflexión y el trato adecuado a las personas usuarias:

  • Beneficiencia. Hacer el bien a la persona. Establecer relaciones personalizadas (trato digno y respectuoso) y promover su bien (su bienestar).
  • No-maleficiencia. No hacerle daño y evitarle todo el mal posible. Incluye evitar el trato impersonal (ser tratado con desinterés, gestionado más como un objeto que como un sujeto/persona, trato rutinizado) y el mal trato.
  • Autonomía. Respetar su libertad y capacidad de decisión, ofreciendo oportunidades accesibles y significativas a la persona, atendiendo a sus circunstancias vitales actuales y respetando sus decisiones (estimular la autonomía moral)
  • Justicia. Tener igual consideración y respeto por todos y todas, sin ningún tipo de discriminación o marginación por sus capacidades o discapacidades. Es también garantizar el bien común.

 

En l’àmbit de l’Atenció Centrada a la Persona i del bon tracte, hem de conèixer i portar a terme els principis de beneficiència, no maleficiència, autonomia i justícia.